Las personas con discapacidad física e intelectual o con diversidad funcional se enfrentan, prácticamente a diario, a retos que condicionan sus relaciones con el entorno y con los demás.

Uno de estos retos es preservar su intimidad, un concepto relacionado con el desarrollo personal y que destaca por su subjetividad, pues cambia a lo largo de nuestra vida, construyéndose en función de nuestra experiencia, nuestra cultura, etc.

Sin embargo, proporcionar el acceso a espacios de intimidad para las personas con discapacidad no significa, en ningún caso, dejar de prestar apoyo, ignorar sus necesidades o permitir que se generen situaciones de riesgo. De hecho, este acceso al “universo de lo íntimo”, desde el punto de vista más amplio, suele requerir un acompañamiento para crear un espacio de absoluta privacidad en el que prevalece el deseo sobre las obligaciones, el sujeto sobre el grupo y el placer sobre el esfuerzo.

 

Tratar la intimidad de las personas con discapacidad también implica derribar mitos sobre la realidad sexual y afectiva de las personas de este colectivo. Por eso, debemos tener claro que:

  • La sexualidad de las personas con discapacidad no es especial ni tiene unas particularidades específicas.
  • El cuerpo de las personas con discapacidad tiene capacidad de excitarse y sentir.
  • Las personas con discapacidad tienen ilusiones, deseos, necesidad de vínculos afectivos, capacidad para enamorarse o necesidad de sentirse atraídos y de ser atractivos para otros.
  • El nivel intelectual o la limitación física o funcional no determina la capacidad de amar, expresar cariño, compartir sensaciones corporales, enamorar, seducir o respetar a la pareja.
  • Al igual que en las personas sin discapacidad, las personas con discapacidad tienen un amplio abanico de posibilidades sexuales que dan lugar a diferentes prácticas, comportamientos, orientaciones e identidades sexuales.

Algunos de los consejos para facilitarles esta intimidad son:

  • Mostrarse abiertos a sus preguntas, con disposición a dialogar sobre el tema.
  • No sobreprotegerles o infantilizarles.
  • Informarles acerca de las prácticas sexuales o expresiones afectivas que pueden manifestarse en público y en privado.
  • Enseñar la diferencia entre un contacto adecuado y un contacto abusivo.
  • Motivarles a expresar sus preferencias y gustos.
  • No tomar decisiones sobre sus cuerpos y enseñar a decir no.
  • No reprimir, censurar o prejuzgar sus manifestaciones sexuales.
  • Enseñarles prácticas higiénicas, saludables y seguras.
  • Favorecer espacios, tiempos y formas para que puedan expresarse, encontrarse, interactuar y disponer de su propia intimidad.

La Asociación Mexicana para la Salud Sexual comparte en su página de internet la definición de comportamiento sexual responsable de la siguiente manera: “Se caracteriza por autonomía, madurez, honestidad, respeto, consentimiento, protección, búsqueda de placer y bienestar. La persona que practica un comportamiento sexual responsable no pretende causar daño y se abstiene de la explotación, acoso, manipulación y discriminación. Una comunidad fomenta los comportamientos sexuales responsables al proporcionar la información, recursos y derechos que las personas necesitan para participar en dichas prácticas”.

Más de siete millones de personas en condición de discapacidad en nuestro país requieren una atención que incluya la educación integral en sexualidad y la consejería sexual, por decir lo menos, y para eso hacen falta más manos, más cabezas, más recursos humanos y, por parte del gobierno, muchos más recursos económicos.

Hace 18 años surgió en México la primera organización especializada en la atención y capacitación de la sexualidad en personas con discapacidad: el Grupo Educativo Interdisciplinario en Sexualidad Humana y Atención a la Discapacidad (Geishad), que incluso a nivel internacional no tiene par.

Actualmente cuenta con dos programas de posgrado con reconocimiento oficial en México, uno a nivel diplomado y otro de maestría para la formación de recursos humanos en Discapacidad y Sexualidad, además de organizar encuentros y congresos de sexualidad.

Su canal de YouTube, ampliado en un podcast, tiene contenidos diversos sobre el tema

https://www.geishad.org.mx/ .

Para finalizar, no podemos negar en ningún caso que el derecho a la intimidad es muy importante. De hecho, la intimidad es uno de los bienes más preciados de cualquier persona y es fundamental para ejercer la libertad individual, por lo que no puede ser invadida por terceros.

Es importante que cada persona con discapacidad decida qué quiere hacer, con quién quiere estar, cuándo, cómo, dónde… escribiendo su propia “biografía sexual” con sus intereses, necesidades, deseos, fantasías, como personas sexuadas y eligiendo de qué manera expresar esa sexualidad, que no es sinónimo de sexo o genitalidad.

Creado por: 

Víctor Ramírez

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